Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in | septiembre 23, 2021

 


El Día Internacional de la Lengua de Signos se conmemora el 23 de septiembre porque fue la fecha en las que se estableció la Federación Mundial de Sordos en 1951. El primer día internacional de las lenguas de señas se celebrará el 23 de septiembre de 2018 como parte de la Semana Internacional de los Sordos, que se llevará a cabo del 24 al 30 de septiembre.

Según la Federación Mundial de Sordos, existen aproximadamente 72 millones de personas sordas en todo el mundo. Más del 80 por ciento vive en países en desarrollo y como colectivo, utilizan más de 300 diferentes lenguas de señas.

Las lenguas de señas son idiomas naturales a todos los efectos, estructuralmente distintos de las lenguas habladas. Existe también un lenguaje de señas internacional que es el que utilizan las personas sordas en reuniones internacionales y, de manera informal, cuando viajan y socializan. Este lenguaje internacional se considera una lengua pidgin, es decir, una lengua mixta creada a partir de una lengua determinada más otros elementos de otra u otras lenguas. En el caso de la lengua de señas internacional es menos compleja que la lengua naturale de señas y tiene un léxico limitado.




La lengua de señas del país es conocida actualmente como Lengua de Señas Ecuatoriana, LSE. En los textos escritos sobre esta lengua en inglés se la representa con las siglas LSEC.

El derecho de las personas con discapacidad a comunicarse “por medio de formas alternativas”  se reconoció inicialmente en la Constitución Política de la República del Ecuador, del año 1998, que declara, en su Artículo 53:

Se reconoce el derecho de las personas con discapacidad, a la comunicación por medio de formas alternativas, como la lengua de señas ecuatoriana para sordos, oralismo, el sistema Braille y otras.

Tal mención fue considerada por los representantes de la Federación Nacional de Sordos de Ecuador (FENASEC) como el reconocimiento oficial de la LSE (cfr. WFD&SNAD 2008:56). En el año 2008 se aprobó una nueva constitución en Ecuador, la Constitución de la República del Ecuador, que derogó la de 1998. En el nuevo texto se formula el derecho a usar “formas alternativas de comunicación” de modo similar al de 1998:

Art. 47.- El Estado garantizará políticas de prevención de las discapacidades y, de manera conjunta con la sociedad y la familia, procurará la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad y su integración social.

 

Se reconoce a las personas con discapacidad, los derechos a:

(…)

11. El acceso a mecanismos, medios y formas alternativas de comunicación, entre ellos el lenguaje de señas para personas sordas, el oralismo y el sistema braille.

A pesar de lo anterior, muchas personas sordas del país no consideran que exista todavía tal reconocimiento legal, que requiere que se reconozca la LSE como una lengua oficial del país. Para que tal reconocimiento ocurra, sin embargo, y siguiendo el caso previo de lenguas originarias de Ecuador, se requeriría realizar estudios descriptivos sobre el léxico y la gramática de la LSE así como de su comunidad de usuarios.

 

Referencias web:

https://cultura-sorda.org/ecuador-atlas-sordo/

https://www.un.org/es/observances/sign-languages-day

 

Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in | septiembre 10, 2021

Rosa Elena Tránsito Amaguaña Alba nació en Pesillo, Cantón Cayambe, al norte de Quito, Ecuador, el 10 de septiembre de 1909.


Su infancia transcurrió en la hacienda de La Chimba, en la que sus padres trabajaban como huasipungueros. Se les llamaba huasipungueros porque a cada familia le asignaban una pequeña parcela, un huasipungo, en el que realizaban sus propios cultivos, garantizando así su estancia en la hacienda. Los huasipungueros eran obligados a trabajar día y noche, siete días a la semana y aunque supuestamente debían cobrar un salario por su trabajo, éste se les escamoteaba a menudo. En palabras de la propia Tránsito:

«En ese tiempo plata no veíamos. Nada. Sólo cuando mismo no teníamos nos daban un socorro. Un año, un costal de cebada; otro año, un costal de papa; otro un costal de trigo. Y a las mujeres un rebozo y un centro blanco. Y maltrato doble». (1)

Los abusos de los patrones eran constantes, un ejemplo es el caso de la propia tía de Tránsito, su tía Pascuala Amaguaña, que fue sentenciada a muerte por el amo de la hacienda por haber dejado morir a un ternero. Parecida suerte corrió su padre, a quien se le había encargado el cuidado de un rebaño y de curtir las pieles de las reses. Un día que éste no fue a cumplir con su trabajo y el patrón, acompañado de varios hombres, lo sacaron de su choza y lo apalearon brutalmente.

A los siete años Tránsito ya trabajaba en la hacienda pero a los nueve su madre la obligó a ir a la escuela, ya que no quería que fuese analfabeta como ella, pero sus estudios duraron poco. En la escuela, sufrió humillaciones por ser indígena y tras seis meses de estudio comenzó a trabajar como «servicia» para las patronas de la hacienda. A su corta edad tenía que lavar, barrer, llevar leña, servir los almuerzos, ayudar en las cosechas, ordeñar las vacas sin siquiera poder beber la leche… Cualquier pequeño error era pagado con castigos corporales y tareas extras.

En las haciendas era común que los patrones violaran a las niñas empleadas y para prevenirlo sus padres la obligaron a casarse con un hombre mucho mayor que ella. Ella tenía sólo catorce años y él veinticinco. Era alcohólico y la maltrataba; malos tratos que comenzaron el mismo día de su boda. Ya a los quince años se convirtió en madre y tuvo su primer hijo, José Luis. En esta época, a escondidas de su marido, comenzó a asistir a las reuniones de la organización comunal creada por el Partido Socialista. El marido dudaba que ese hijo fuese suyo y durante uno de sus muchos arrebatos violentos la acusó de estar teniendo aventuras con los compañeros de las reuniones. Una noche la emprendió a golpes con ella y a la mañana siguiente Tránsito descubrió a su hijo muerto. Más tarde tuvo dos hijos más, Daniel y Mesías.

A pesar de la oposición de su marido que no quería que ella se involucrara en la lucha de los indígenas, Tránsito decidió que no se rendiría y que se rebelaría contra la injusticia. Ella misma relata como se hartó de recibir palizas y se enzarzó en su última lucha con él:

«Entonces cuando él vino otra vez a pegarme, patearme y ya estaba fuerte y le dije «¿Sois marido o no sois marido? ¿Soy tu mujer o no soy tu mujer? ¡Me matas o te mato! ¡carajo!». Me pegó. Yo alcé la mano y le di un chirlazo en la cara. Dos días peleamos, dos días de pura pelea fueron. «¡Si mueres, mueres en mis manos! ¡Si me matas en tus manos he de morir!», le dije yo. Nos golpeamos dos días solo descansando para tomar agüita. Hinchados los ojos tenía. Morados tenía por todo el cuerpo.»

Tras esa batalla desigual los vecinos acudieron a la choza y encerraron al marido en un cuarto. Éste se marchó cabizbajo al día siguiente.

A partir de ese momento, Tránsito trabajó en diversas tareas, recibiendo sólo comida por su trabajo. A los veintiún años se encontraba sola, con dos hijos a los que cuidar, pero esto no impidió que siguiera colaborando con los líderes de su comunidad que se reunían clandestinamente para luchar por sus derechos. En 1930 participó activamente en la creación de las primeras organizaciones indígenas de su país y tomó parte en veintiséis marchas hacia Quito para exigir justicia para su pueblo; marchas que realizó descalza y con un hijo a cuestas y el otro de la mano. Participó en la creación de los primeros sindicatos agrícolas del país: «El Inca» en Pesillo, «Tierra Libre» en Muyurco y «Pan y Tierra» en La Chimba. A pesar de los malos tratos y el acoso al que eran sujetos los «cabecillas», Tránsito y sus compañeros redactaron y presentaron una lista de peticiones a los patrones. Entre sus justas exigencias, pedían que se aumentaran los salarios, que tuvieran un día libre y que la jornada fuera de ocho horas.

Como era de esperar sus peticiones no fueron atendidas y en 1931 participó en la primera huelga de trabajadores agrícolas en Olmedo. La huelga duró cerca de tres meses, algunos trabajadores reanudaron sus tareas aunque los cabecillas no. Los patrones exigieron entonces la ayuda de las fuerzas militares que destrozaron las chozas de los líderes y detuvieron a los que no lograron escapar. Tránsito logró evadirse y durante los siguientes quince años vivió escondida, deambulando de un lado a otro, mientras su madre se ocupaba de sus hijos. Fue en esta etapa cuando conoció a otra gran líder ecuatoriana, Dolores Cacuango. Durante la huelga y después de ella, las mujeres desempeñaron un papel activo en el movimiento indígena de las haciendas de Olmedo. Ellas encabezaban las comisiones a Quito (cubriendo unos 66 kilómetros a pie) y eran las que se entrevistaban con las autoridades. Tránsito y Dolores eran elocuentes y magníficas oradoras, juntas incitaban a los trabajadores a unirse a su lucha. Los patrones de las haciendas iban perdiendo gradualmente su poder y aunque algunos trabajadores se dejaban sobornar por los latifundistas, muchos iban perdiendo el miedo a exigir mejores condiciones de vida. Las propias líderes sufrieron intentos de soborno, como relata Tránsito:

«El cura de Cayambe nos había estado esperando cerca de la quebrada de Yanahuaico. Así con un fajo de billetes. «Toma Dolores. No estés andando. Coge la plata ¡Cinco mil sucres y ya! Les pago para que estén quietitas, para que no sean luchadoras.» – «¿Qué haremos Tránsito?» «No cojas mamita. Cinco sucres ha de dar, no cinco mil.» «¡Calla, india comunista! ¡Negada de Dios! Cuando mueras no has de entrar en el panteón… ¡En la quebrada te hemos de botar!» ¡Elé, nos cogimos y seguimos andando!»

En 1944, junto a Ricardo Paredes, Nela Martínez, Dolores Cacuango y Jesús Gualavisí, participó en la fundación de la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI). Federación que en 1946 fue reconocida como organismo legal. Durante los años siguientes la FEI comenzó el traspaso de las tierras a los trabajadores, prestando especial atención a las mujeres indígenas, y gradualmente las peticiones presentadas en 1931 se fueron satisfaciendo. Las personas que perdieron sus casas tras la huelga recibieron una pequeña compensación y cada trabajador y trabajadora pudo por fin recibir un sueldo por sus horas de trabajo. Muchas familias volvieron a edificar sus casas y aquellos que habían escapado para no ser apresados pudieron reunirse con sus familias. Pero a pesar de poder usar las tierras para edificar sus modestos hogares y mantener un pequeño huerto, estas tierras no les pertenecían.

A mediados de los cincuenta, colaboró en la creación de la Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral FETAL. Tránsito ya gozaba de una enorme reputación como dirigente campesina de su país, aunque ella jamás se viera como líder, simplemente se dedicaba a luchar por obtener los mismos derechos que los blancos. Una vez constituidos numerosos sindicatos de trabajadores se involucró en otra batalla para lograr que los niños y niñas de su zona tuviesen educación. Junto a Luisa Gómez de la Torre Paz y Dolores Cacuango, creó las escuelas campesinas en las que, por primera vez, se enseñaba a los indígenas en quechua y español. En su zona de Cayambe, fundó cuatro escuelas bilingües. Como cabecilla Tránsito se ganó el respeto y reconocimiento de las familias campesinas, pero a la vez sufría amenazas continuas por parte de las fuerzas del «orden» y en una ocasión que debatían la instauración de una escuela se la llevaron detenida. Afortunadamente la tuvieron que poner el libertad ya que no podían esgrimir ningún cargo contra ella.

En 1961 viajó a Cuba en representación del pueblo indígena de Ecuador y más tarde prosiguió su viaje a la Unión Soviética para asistir al congreso de Moscú. En Ecuador la dictadura, temerosa de la revolución cubana, desató una fuerte represión encarcelando a líderes de izquierda. En 1963, tras su viaje por la Unión Soviética, fue detenida y llevada al Penal García Moreno, acusada de tráfico de armas soviéticas y de recibir dinero de los bolcheviques para incitar a la revolución en su país. Es evidente que la líder no traficaba con armas ni llevaba dinero, aunque sí llevaba instrucciones de cómo proceder a la repartición de tierras. Permaneció encarcelada cuatro meses y cuatro días. En esta época falleció su padre y más tarde su madre, así como sus dos hijos Daniel y Mesías, y una de sus nueras. Gracias a las gestiones del ex presidente Galo Plaza, Tránsito recuperó su libertad tras firmar una declaración de que no seguiría incitando a los indígenas.

Tránsito volvió a La Chimba y como era de prever, no abandonó la lucha, esta vez liderando la formación de cooperativas. Tuvo un nuevo compañero, un profesor de escuela, pero éste falleció al caerse del caballo tras una noche de fiesta. Como él era el dueño de la pequeña parcela en la que vivían, ella volvió a quedarse sin hogar al no poder heredarla. Sin embargo, ese mismo año, en 1964, los sindicatos agrícolas ganaron su lucha de treinta años y algunos campesinos pudieron comprar sus tierras, y otros terrenos fueron asignados a cooperativas. Las tierras se repartieron según el número de miembros de cada familia y según las jerarquías que regían en la hacienda. Tránsito, al igual que otros líderes que no trabajaban en la hacienda, no pudieron formar parte de la cooperativa y se quedaron sin tierra. Su nuera recibió una parcela pero como era viuda y tenía que trabajar y cuidar de sus hijos, a menudo faltaba a las reuniones de la cooperativa. Obligada a pagar multas por no asistir se vio forzada a renunciar a su trozo de terreno. Nuevamente gracias a las gestiones de Plaza, Tránsito obtuvo una pequeña parcela al pie del volcán Cayambe, donde se instaló con su nuera y su nieto. Con el paso del tiempo el sistema cooperativista se corrompió y aunque algunos prosperaron, otros continuaron viviendo en la pobreza y muchos tuvieron que abandonar sus comunidades y unirse a los miles de desplazados hacia las ciudades.

En 1988, gracias a las gestiones de los diputados indígenas, el gobierno ecuatoriano le otorgó una pensión vitalicia en reconocimiento por toda una vida entregada a mejorar las condiciones del pueblo indígena. En l996 la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador la nominó para el premio internacional «Bob Pierce», donde obtuvo el tercer puesto, en reconocimiento a su lucha por el desarrollo del pueblo indígena. En 1997 La Municipalidad de Quito le otorgó la condecoración «Manuela Espejo» por sus años de labor como líder y en el 2004 el Ministerio de Educación y Cultura le otorgó el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo, por su larga e incansable lucha a favor de los más pobres.

A pesar de cien años de lucha esta gran mujer ha sobrevivido a sus hijos y sigue viviendo en una modesta casita, construida por la Municipalidad, en la ladera del volcán Cayambe. A casi tres mil metros de altura, comparte este modesto hogar con su nuera y su nieto. Símbolo viviente de la lucha indígena, hoy lleva una vida solitaria e humilde. En su comunidad las nuevas generaciones ya no la reconocen, ya no valoran su experiencia, incluso envidian las numerosas visitas que recibe y en las reuniones ya no quieren oír sus propuestas. Esperemos que su recuerdo no se borre y que el ejemplo de sus cien años de lucha sigan conmoviendo y alentando a todos los pueblos del mundo durante muchos siglos más.

Tomado de:

Por Silvia Cuevas-Morales | 13/05/2009 | Ecuador

Fuentes: Rebelión

https://rebelion.org/fallece-transito-amaguana-simbolo-de-la-lucha-indigena/

 


 

Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in , | septiembre 03, 2021

Nació en el Ecuador (Guayaquil 8 de junio de 1898) de clase media; a sus escasos 4 años quedó huérfano de padres. Estudió en el colegio Vicente Rocafuerte hasta el tercer curso, habiendo sido reprobado justamente en poética y retórica. Admiraba a Rubén Darío, Víctor Hugo y Paúl Verlaine- quienes por medio de sus versos le ofrecían al joven escritor y poeta viajar por París, Italia y todas aquellas latitudes de ensueño que jamás logró pisar.

Además de poeta; fue escritor, músico y compositor, es considerado el mayor representante del modernismo en el mundo hispano. y en Ecuador es parte de la denominada generación decapitada, a la que pertenecen los escritores ecuatorianos: Dolores Ventimilla de Galindo, Ernesto Novoa Caamaño, Arturo Borja, Humberto Fierro y Medardo Ángel Silva, quienes eligieron la muerte voluntaria, poetas que sufrieron de una fatal enfermedad, sensibilidad exquisita e indefinida. Hombre pensador y filósofo, fascinante en sus letras se convirtió en redactor de Diario El Telégrafo, en donde publicó una de sus primeras composiciones primaverales.

"Cuando se es aún joven y se ha sufrido tanto,
Que lloran nuestras almas vejeces prematuras
Tienen los tristes ojos húmedos de llanto
y hay en los corazones, fríos de sepultura"…
 (Cuando se es aún joven).

Posteriormente, en 1915, inicia su primer libro de poesías, denominado El Árbol del bien y del mal, poniendo en sus primeras páginas su poema 'Investidura', culmina su primer libro de poesía con la selección 'Trompetas de Oro' (1918 _1919), en donde resalta sus poemas: 'La Aurora', 'La Anunciación', 'Bolívar y el Tiempo'.

Los motivos de su muerte quedarán en la especulación, pero dos días después de cumplir sus 21 años, el 10 de junio de 1919, terminó con su vida.

Lee algo de este inmortal escritor ecuatoriano:

Aniversario

Hoy cumpliré veinte años. Amargura sin nombre

de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;

de razonar con lógica y proceder según

los Sanchos, profesores del sentido común.

 

Me son duros mis años y apenas si son veinte-

ahora se envejece tan prematuramente;

se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos

que repentinamente nos encontramos viejos

en frente de las sombras, de espaldas a la aurora

y solos con la esfinge siempre interrogadora.

 

   ¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña

y a flor virgen; entonces estaba el alma niña

y el canto de la boca fluía de repente

y el reír sin motivo era cosa corriente!

 

Iba a la escuela por el más largo camino

tras dejar soñoliento la sábana de lino

y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga

sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga

de pupilas azules y rubia cabellera

que velaba los sueños desde la cabecera.

 

Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela

acababa y estábamos enfrente de la escuela

con el "Mantilla" bien oculto bajo el brazo

y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,

y entonces era el ver la calle más bonita,

más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.

 

Y después, en el aula con qué mirada inquieta

se observaban las huellas rojas de la palmeta

sonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,

de la calva del dómine y su ceño sombrío.

 

   Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?

Hay tanto que observar en los negros rincones

y, además, es mejor contemplar los gorriones

en los nidos, seguir el áureo derrotero

de un rayito de sol o el girar bullanguero

de un insecto vestido de seda rubia o una

mosca de vellos de oro y alas de color de luna.

 

El sol es el amigo más bueno de la infancia;

nos miente tantas cosas bellas a la distancia,

tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte

tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;

y por él no atendíamos a las explicaciones.

 

 Ese brujo Aladino evocaba visiones

de las mil y una noches -de las mil maravillas-

y beodas de sueño nuestras almas sencillas

sin pensar, extendían sus manos suplicantes

como quien busca a tientas puñados de brillantes.

 

   Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa

y de la cabellera rebelde que rehúsa

la armonía de aquellos peinados maternales,

cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa

dominical, y pese a los serios rituales,

al ver al monaguillo soltábamos la risa.

 

Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,

los besos inocentes que se dan a hurtadillas

a la bebé amorosa de diez o doce años,

y los sedeños roces de los rizos castaños

y las rimas primeras y las cartas primeras

que motivan insomnios y producen ojeras.

 

 ¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,

¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,

¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,

de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!

 

Hoy no es la adolescente mirada y risa franca

sino el cansado gesto de precoz amargura,

y está el alma, que fuera una paloma blanca,

triste de tantos sueños y de tanta lectura...!

 

En la Biblioteca Pablo Palacio podrás encontrar más obras de este autor, tales como; Obra poética, Trompetas de oro y poesías escogidas.