Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in | octubre 11, 2021




Ecuador designó, mediante el Decreto Ejecutivo Nº 910 firmado en el año 2011 al 12 de octubre como ‘Día de la Interculturalidad y la Plurinacionalidad’, disposición que busca rectificar el real significado del llamado “descubrimiento” de América para las nacionalidades originarias del continente que, a partir de ese momento, se vieron en una situación de represión y sometimiento por parte de los conquistadores europeos.  Se reconocen los derechos que tienen todos los ciudadanos por igual, sin importar etnias o nacionalidades. Se establece  “Reconocer y rectificar el verdadero significado del acontecimiento del 12 de octubre, promover el diálogo entre las diversas culturas y saberes, fortalecer la unidad nacional en la diversidad de construir el nuevo Estado  incluyente de paz y justicia”.

Celebramos el Día de la Interculturalidad y Plurinacionalidad en respeto y reconocimiento de nuestra diversidad, sin importar etnias o nacionalidades, se reconocen los derechos que tienen todos los ciudadanos por igual, fomentar la unidad y el diálogo constructivo entre los distintos saberes, culturas y pueblos, todos con características distintivas, pero al mismo tiempo incluyentes.

Tras la llegada de Colón, los expedicionarios europeos emprendieron una cruzada de conquista por los nuevos territorios, y comenzó el establecimiento de las colonias españolas que impusieron nuevos sistemas de creencias y gobernanza para los habitantes nativos durante más de 300 años.

Históricamente hasta hace pocos años, esta fecha era conmemorada como el Descubrimiento de América en 1492 o el Día de la Raza, declarado así por considerar el nacimiento de una nueva identidad producto del encuentro y fusión de los pueblos originarios del continente y los colonizadores españoles.

Sin embargo, el concepto de ‘raza’ ha perdido valor a través del tiempo, ya que biogenéticamente la ciencia no ha podido comprobar diferencias reales entre los biotipos humanos que marcan diferencias entre algunas etnias o poblaciones.

Según decreto, La ordenanza firmada por el expresidente Rafael Correa recuerda que en Ecuador “coexisten diversas nacionalidades” indígenas que “tienen derecho a reforzar y conservar sus propias instituciones”. También sostiene que las estructuras del país “están cimentadas todavía sobre criterios coloniales”. Por tal razón, se decreta esta fecha como “Día de la Interculturalidad y la Plurinacionalidad, destinado a reconocer y rectificar el verdadero significado del acontecimiento del 12 de octubre, promover el diálogo entre las diversas culturas y saberes, fortalecer la unidad nacional en la diversidad de construir el nuevo Estado incluyente de paz y justicia”, indica el documento.

Fuente:

https://www.diariocorreo.com.ec/11171/nacional/12-de-octubre-dia-de-la-interculturalidad
Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in | octubre 07, 2021



El 9 de octubre es el día más importante en la historia de Guayaquil, con el cual se sella la gesta independentista en el territorio que hoy conocemos como Ecuador.

La revolución del 9 de octubre de 1820 tiene sus antecedentes a partir de 1814 cuando -luego de haber permanecido durante varios años en México, Europa y los Estados Unidos- José de Antepara, José Joaquín Olmedo y José de Villamil -unos antes y otros después- llegaron a Guayaquil para dedicarse con entusiasmo y fervor a hacer conocer a los guayaquileños los nuevos conceptos políticos y las nuevas formas de gobierno que debían regir los destinos de los pueblos libres.

Estos tres patriotas no hablaron de cambiar autoridades como lo había hecho la revolución quiteña del 10 de agosto de 1809, ellos se expresaron en términos de indepen­dencia, de democracia y de República, haciendo conciencia en todos los ciudadanos de que era necesario realizar cambios sustanciales en las estructuras políticas y sociales de los pueblos de la América española.

El 1 de Octubre de 1820, por la mañana, los próceres José de Villamil y Joly con José de Antepara, tras visitar a los esposos Morlás, acuerdan efectuar un baile. La sugerencia provino de la joven Isabel Morlás, el motivo: el nombramiento de Villamil como procurador general. El baile se celebró en la casa del prócer José de Villamil y de su esposa Ana de Garaycoa y Llaguno, quien participó activamente en su organización. Esta celebración era una forma de distraer la atención para que los patriotas se puedan reunir en secreto y planificar la revolución para declarar la Independencia de la corona española.

El 3 de Octubre, un grupo de militares y civiles comprometidos con el proceso libertario llegaron a la casa de José Joaquín de Olmedo para proponerle que fuera el líder del movimiento independentista. Olmedo se niega porque considera que la Revolución es de todos, es del Pueblo de Guayaquil. Entonces, decidieron consultar y buscaron alternativas entre el coronel Jacinto de Bejarano, Don José Carbo y Unzueta y el capitán Rafael de la Cruz Ximena. Ellos, sin embargo, coincidieron con la opinión de Olmedo y resolvieron, finalmente, todos actuar en nombre de la Patria.

Denuncian que se está fraguando la Revolución de Octubre. En conocimiento de lo que estaba ocurriendo en la ciudad, el párroco español Francisco de Querejasú denuncia desde el púlpito de la iglesia de San Francisco, que se está preparando un levantamiento contra la corona española, provocando la alerta general entre las autoridades.

La ciudad es sitiada por las tropas españolas, reforzadas con personal proveniente de Quito y Lima. Todos los Batallones realistas están en alerta. Mil ciento cincuenta soldados patrullan Guayaquil por tierra. Por el río, junto a la Calle de la Orilla (actual avenida Malecón Simón Bolívar), aprovechando la marea alta, 7 lanchas cañoneras tripuladas por 350 efectivos, vigilan la ciudad.

En la casa de José de Villamil los patriotas resolvieron adelantar las acciones esa misma noche, en aras de no truncar la libertad. El capitán venezolano León de Febres Cordero y sus tropas, a las ocho de la noche del 8 de octubre, se tomaron militarmente el Cuartel de la Brigada de Artillería Española, que contaba con 200 efectivos.

El capitán venezolano León de Febres Cordero y sus tropas se tomaron militarmente el Batallón Granaderos de Reserva, que contaba con 600 soldados y estaba acantonado parcialmente en el emplazamiento donde ahora se levanta el edificio Valra, en la avenida Malecón Simón Bolívar y calle 10 de Agosto. Participan en la acción el entonces soldado voluntario Abdón Calderón Garaycoa y el militar peruano Gregorio de Escobedo. El resto del Batallón se alojaba en la parte sur de la Casa Consistorial, situada en los terrenos del actual Palacio Municipal.

El 9 de octubre, el teniente peruano cacique Hilario Álvarez al mando de sus tropas apresa al comandante español Benito García del Barrio en su residencia, quien era la máxima autoridad del cuartel español del Batallón de Caballería Daule.

Al tomarse esta instalación, cayó también el Fuerte Militar San Carlos ubicado al frente del Batallón. A la par, más destacamentos fueron tomados.

A las 5 de la madrugada, desde el balcón de su casa, José de Villamil acompañado del prócer León de Febres Cordero y del pueblo de Guayaquil que se dio cita en el lugar, observaron regocijados la Aurora Gloriosa de la Libertad.

A las 10 de mañana, José Joaquín de Olmedo junto a los patriotas firma el Acta de la Independencia de Guayaquil. En esta primera sesión acordaron “declarar la Independencia, por el voto general del pueblo”, como se lee textualmente en el Acta de Independencia que se redacta en ese mismo momento y es firmada por José Joaquín de Olmedo. Este documento es fiel testimonio de que Guayaquil es libre e independiente por el esfuerzo y el patriotismo de sus hijos, representados magistralmente por los próceres de la Revolución.

Conquistada la libertad el 9 de Octubre de 1820, José Joaquín de Olmedo, presidente del Gobierno Provisorio de Guayaquil, envió al día siguiente tres comisiones para difundir la buena nueva de la Independencia. El prócer Diego Noboa fue comisionado para difundir la noticia de la libertad a los pueblos de Manabí y al resto de la Provincia Libre de Guayaquil.

 

 

Tomado de:

https://www.metroecuador.com.ec/ec/noticias/2019/10/09/9-de-octubre-asi-se-firmo-el-acta-de-independencia-de-guayaquil.html
Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in | septiembre 23, 2021

 


El Día Internacional de la Lengua de Signos se conmemora el 23 de septiembre porque fue la fecha en las que se estableció la Federación Mundial de Sordos en 1951. El primer día internacional de las lenguas de señas se celebrará el 23 de septiembre de 2018 como parte de la Semana Internacional de los Sordos, que se llevará a cabo del 24 al 30 de septiembre.

Según la Federación Mundial de Sordos, existen aproximadamente 72 millones de personas sordas en todo el mundo. Más del 80 por ciento vive en países en desarrollo y como colectivo, utilizan más de 300 diferentes lenguas de señas.

Las lenguas de señas son idiomas naturales a todos los efectos, estructuralmente distintos de las lenguas habladas. Existe también un lenguaje de señas internacional que es el que utilizan las personas sordas en reuniones internacionales y, de manera informal, cuando viajan y socializan. Este lenguaje internacional se considera una lengua pidgin, es decir, una lengua mixta creada a partir de una lengua determinada más otros elementos de otra u otras lenguas. En el caso de la lengua de señas internacional es menos compleja que la lengua naturale de señas y tiene un léxico limitado.




La lengua de señas del país es conocida actualmente como Lengua de Señas Ecuatoriana, LSE. En los textos escritos sobre esta lengua en inglés se la representa con las siglas LSEC.

El derecho de las personas con discapacidad a comunicarse “por medio de formas alternativas”  se reconoció inicialmente en la Constitución Política de la República del Ecuador, del año 1998, que declara, en su Artículo 53:

Se reconoce el derecho de las personas con discapacidad, a la comunicación por medio de formas alternativas, como la lengua de señas ecuatoriana para sordos, oralismo, el sistema Braille y otras.

Tal mención fue considerada por los representantes de la Federación Nacional de Sordos de Ecuador (FENASEC) como el reconocimiento oficial de la LSE (cfr. WFD&SNAD 2008:56). En el año 2008 se aprobó una nueva constitución en Ecuador, la Constitución de la República del Ecuador, que derogó la de 1998. En el nuevo texto se formula el derecho a usar “formas alternativas de comunicación” de modo similar al de 1998:

Art. 47.- El Estado garantizará políticas de prevención de las discapacidades y, de manera conjunta con la sociedad y la familia, procurará la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad y su integración social.

 

Se reconoce a las personas con discapacidad, los derechos a:

(…)

11. El acceso a mecanismos, medios y formas alternativas de comunicación, entre ellos el lenguaje de señas para personas sordas, el oralismo y el sistema braille.

A pesar de lo anterior, muchas personas sordas del país no consideran que exista todavía tal reconocimiento legal, que requiere que se reconozca la LSE como una lengua oficial del país. Para que tal reconocimiento ocurra, sin embargo, y siguiendo el caso previo de lenguas originarias de Ecuador, se requeriría realizar estudios descriptivos sobre el léxico y la gramática de la LSE así como de su comunidad de usuarios.

 

Referencias web:

https://cultura-sorda.org/ecuador-atlas-sordo/

https://www.un.org/es/observances/sign-languages-day

 

Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in | septiembre 10, 2021

Rosa Elena Tránsito Amaguaña Alba nació en Pesillo, Cantón Cayambe, al norte de Quito, Ecuador, el 10 de septiembre de 1909.


Su infancia transcurrió en la hacienda de La Chimba, en la que sus padres trabajaban como huasipungueros. Se les llamaba huasipungueros porque a cada familia le asignaban una pequeña parcela, un huasipungo, en el que realizaban sus propios cultivos, garantizando así su estancia en la hacienda. Los huasipungueros eran obligados a trabajar día y noche, siete días a la semana y aunque supuestamente debían cobrar un salario por su trabajo, éste se les escamoteaba a menudo. En palabras de la propia Tránsito:

«En ese tiempo plata no veíamos. Nada. Sólo cuando mismo no teníamos nos daban un socorro. Un año, un costal de cebada; otro año, un costal de papa; otro un costal de trigo. Y a las mujeres un rebozo y un centro blanco. Y maltrato doble». (1)

Los abusos de los patrones eran constantes, un ejemplo es el caso de la propia tía de Tránsito, su tía Pascuala Amaguaña, que fue sentenciada a muerte por el amo de la hacienda por haber dejado morir a un ternero. Parecida suerte corrió su padre, a quien se le había encargado el cuidado de un rebaño y de curtir las pieles de las reses. Un día que éste no fue a cumplir con su trabajo y el patrón, acompañado de varios hombres, lo sacaron de su choza y lo apalearon brutalmente.

A los siete años Tránsito ya trabajaba en la hacienda pero a los nueve su madre la obligó a ir a la escuela, ya que no quería que fuese analfabeta como ella, pero sus estudios duraron poco. En la escuela, sufrió humillaciones por ser indígena y tras seis meses de estudio comenzó a trabajar como «servicia» para las patronas de la hacienda. A su corta edad tenía que lavar, barrer, llevar leña, servir los almuerzos, ayudar en las cosechas, ordeñar las vacas sin siquiera poder beber la leche… Cualquier pequeño error era pagado con castigos corporales y tareas extras.

En las haciendas era común que los patrones violaran a las niñas empleadas y para prevenirlo sus padres la obligaron a casarse con un hombre mucho mayor que ella. Ella tenía sólo catorce años y él veinticinco. Era alcohólico y la maltrataba; malos tratos que comenzaron el mismo día de su boda. Ya a los quince años se convirtió en madre y tuvo su primer hijo, José Luis. En esta época, a escondidas de su marido, comenzó a asistir a las reuniones de la organización comunal creada por el Partido Socialista. El marido dudaba que ese hijo fuese suyo y durante uno de sus muchos arrebatos violentos la acusó de estar teniendo aventuras con los compañeros de las reuniones. Una noche la emprendió a golpes con ella y a la mañana siguiente Tránsito descubrió a su hijo muerto. Más tarde tuvo dos hijos más, Daniel y Mesías.

A pesar de la oposición de su marido que no quería que ella se involucrara en la lucha de los indígenas, Tránsito decidió que no se rendiría y que se rebelaría contra la injusticia. Ella misma relata como se hartó de recibir palizas y se enzarzó en su última lucha con él:

«Entonces cuando él vino otra vez a pegarme, patearme y ya estaba fuerte y le dije «¿Sois marido o no sois marido? ¿Soy tu mujer o no soy tu mujer? ¡Me matas o te mato! ¡carajo!». Me pegó. Yo alcé la mano y le di un chirlazo en la cara. Dos días peleamos, dos días de pura pelea fueron. «¡Si mueres, mueres en mis manos! ¡Si me matas en tus manos he de morir!», le dije yo. Nos golpeamos dos días solo descansando para tomar agüita. Hinchados los ojos tenía. Morados tenía por todo el cuerpo.»

Tras esa batalla desigual los vecinos acudieron a la choza y encerraron al marido en un cuarto. Éste se marchó cabizbajo al día siguiente.

A partir de ese momento, Tránsito trabajó en diversas tareas, recibiendo sólo comida por su trabajo. A los veintiún años se encontraba sola, con dos hijos a los que cuidar, pero esto no impidió que siguiera colaborando con los líderes de su comunidad que se reunían clandestinamente para luchar por sus derechos. En 1930 participó activamente en la creación de las primeras organizaciones indígenas de su país y tomó parte en veintiséis marchas hacia Quito para exigir justicia para su pueblo; marchas que realizó descalza y con un hijo a cuestas y el otro de la mano. Participó en la creación de los primeros sindicatos agrícolas del país: «El Inca» en Pesillo, «Tierra Libre» en Muyurco y «Pan y Tierra» en La Chimba. A pesar de los malos tratos y el acoso al que eran sujetos los «cabecillas», Tránsito y sus compañeros redactaron y presentaron una lista de peticiones a los patrones. Entre sus justas exigencias, pedían que se aumentaran los salarios, que tuvieran un día libre y que la jornada fuera de ocho horas.

Como era de esperar sus peticiones no fueron atendidas y en 1931 participó en la primera huelga de trabajadores agrícolas en Olmedo. La huelga duró cerca de tres meses, algunos trabajadores reanudaron sus tareas aunque los cabecillas no. Los patrones exigieron entonces la ayuda de las fuerzas militares que destrozaron las chozas de los líderes y detuvieron a los que no lograron escapar. Tránsito logró evadirse y durante los siguientes quince años vivió escondida, deambulando de un lado a otro, mientras su madre se ocupaba de sus hijos. Fue en esta etapa cuando conoció a otra gran líder ecuatoriana, Dolores Cacuango. Durante la huelga y después de ella, las mujeres desempeñaron un papel activo en el movimiento indígena de las haciendas de Olmedo. Ellas encabezaban las comisiones a Quito (cubriendo unos 66 kilómetros a pie) y eran las que se entrevistaban con las autoridades. Tránsito y Dolores eran elocuentes y magníficas oradoras, juntas incitaban a los trabajadores a unirse a su lucha. Los patrones de las haciendas iban perdiendo gradualmente su poder y aunque algunos trabajadores se dejaban sobornar por los latifundistas, muchos iban perdiendo el miedo a exigir mejores condiciones de vida. Las propias líderes sufrieron intentos de soborno, como relata Tránsito:

«El cura de Cayambe nos había estado esperando cerca de la quebrada de Yanahuaico. Así con un fajo de billetes. «Toma Dolores. No estés andando. Coge la plata ¡Cinco mil sucres y ya! Les pago para que estén quietitas, para que no sean luchadoras.» – «¿Qué haremos Tránsito?» «No cojas mamita. Cinco sucres ha de dar, no cinco mil.» «¡Calla, india comunista! ¡Negada de Dios! Cuando mueras no has de entrar en el panteón… ¡En la quebrada te hemos de botar!» ¡Elé, nos cogimos y seguimos andando!»

En 1944, junto a Ricardo Paredes, Nela Martínez, Dolores Cacuango y Jesús Gualavisí, participó en la fundación de la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI). Federación que en 1946 fue reconocida como organismo legal. Durante los años siguientes la FEI comenzó el traspaso de las tierras a los trabajadores, prestando especial atención a las mujeres indígenas, y gradualmente las peticiones presentadas en 1931 se fueron satisfaciendo. Las personas que perdieron sus casas tras la huelga recibieron una pequeña compensación y cada trabajador y trabajadora pudo por fin recibir un sueldo por sus horas de trabajo. Muchas familias volvieron a edificar sus casas y aquellos que habían escapado para no ser apresados pudieron reunirse con sus familias. Pero a pesar de poder usar las tierras para edificar sus modestos hogares y mantener un pequeño huerto, estas tierras no les pertenecían.

A mediados de los cincuenta, colaboró en la creación de la Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral FETAL. Tránsito ya gozaba de una enorme reputación como dirigente campesina de su país, aunque ella jamás se viera como líder, simplemente se dedicaba a luchar por obtener los mismos derechos que los blancos. Una vez constituidos numerosos sindicatos de trabajadores se involucró en otra batalla para lograr que los niños y niñas de su zona tuviesen educación. Junto a Luisa Gómez de la Torre Paz y Dolores Cacuango, creó las escuelas campesinas en las que, por primera vez, se enseñaba a los indígenas en quechua y español. En su zona de Cayambe, fundó cuatro escuelas bilingües. Como cabecilla Tránsito se ganó el respeto y reconocimiento de las familias campesinas, pero a la vez sufría amenazas continuas por parte de las fuerzas del «orden» y en una ocasión que debatían la instauración de una escuela se la llevaron detenida. Afortunadamente la tuvieron que poner el libertad ya que no podían esgrimir ningún cargo contra ella.

En 1961 viajó a Cuba en representación del pueblo indígena de Ecuador y más tarde prosiguió su viaje a la Unión Soviética para asistir al congreso de Moscú. En Ecuador la dictadura, temerosa de la revolución cubana, desató una fuerte represión encarcelando a líderes de izquierda. En 1963, tras su viaje por la Unión Soviética, fue detenida y llevada al Penal García Moreno, acusada de tráfico de armas soviéticas y de recibir dinero de los bolcheviques para incitar a la revolución en su país. Es evidente que la líder no traficaba con armas ni llevaba dinero, aunque sí llevaba instrucciones de cómo proceder a la repartición de tierras. Permaneció encarcelada cuatro meses y cuatro días. En esta época falleció su padre y más tarde su madre, así como sus dos hijos Daniel y Mesías, y una de sus nueras. Gracias a las gestiones del ex presidente Galo Plaza, Tránsito recuperó su libertad tras firmar una declaración de que no seguiría incitando a los indígenas.

Tránsito volvió a La Chimba y como era de prever, no abandonó la lucha, esta vez liderando la formación de cooperativas. Tuvo un nuevo compañero, un profesor de escuela, pero éste falleció al caerse del caballo tras una noche de fiesta. Como él era el dueño de la pequeña parcela en la que vivían, ella volvió a quedarse sin hogar al no poder heredarla. Sin embargo, ese mismo año, en 1964, los sindicatos agrícolas ganaron su lucha de treinta años y algunos campesinos pudieron comprar sus tierras, y otros terrenos fueron asignados a cooperativas. Las tierras se repartieron según el número de miembros de cada familia y según las jerarquías que regían en la hacienda. Tránsito, al igual que otros líderes que no trabajaban en la hacienda, no pudieron formar parte de la cooperativa y se quedaron sin tierra. Su nuera recibió una parcela pero como era viuda y tenía que trabajar y cuidar de sus hijos, a menudo faltaba a las reuniones de la cooperativa. Obligada a pagar multas por no asistir se vio forzada a renunciar a su trozo de terreno. Nuevamente gracias a las gestiones de Plaza, Tránsito obtuvo una pequeña parcela al pie del volcán Cayambe, donde se instaló con su nuera y su nieto. Con el paso del tiempo el sistema cooperativista se corrompió y aunque algunos prosperaron, otros continuaron viviendo en la pobreza y muchos tuvieron que abandonar sus comunidades y unirse a los miles de desplazados hacia las ciudades.

En 1988, gracias a las gestiones de los diputados indígenas, el gobierno ecuatoriano le otorgó una pensión vitalicia en reconocimiento por toda una vida entregada a mejorar las condiciones del pueblo indígena. En l996 la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador la nominó para el premio internacional «Bob Pierce», donde obtuvo el tercer puesto, en reconocimiento a su lucha por el desarrollo del pueblo indígena. En 1997 La Municipalidad de Quito le otorgó la condecoración «Manuela Espejo» por sus años de labor como líder y en el 2004 el Ministerio de Educación y Cultura le otorgó el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo, por su larga e incansable lucha a favor de los más pobres.

A pesar de cien años de lucha esta gran mujer ha sobrevivido a sus hijos y sigue viviendo en una modesta casita, construida por la Municipalidad, en la ladera del volcán Cayambe. A casi tres mil metros de altura, comparte este modesto hogar con su nuera y su nieto. Símbolo viviente de la lucha indígena, hoy lleva una vida solitaria e humilde. En su comunidad las nuevas generaciones ya no la reconocen, ya no valoran su experiencia, incluso envidian las numerosas visitas que recibe y en las reuniones ya no quieren oír sus propuestas. Esperemos que su recuerdo no se borre y que el ejemplo de sus cien años de lucha sigan conmoviendo y alentando a todos los pueblos del mundo durante muchos siglos más.

Tomado de:

Por Silvia Cuevas-Morales | 13/05/2009 | Ecuador

Fuentes: Rebelión

https://rebelion.org/fallece-transito-amaguana-simbolo-de-la-lucha-indigena/

 


 

Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in , | septiembre 03, 2021

Nació en el Ecuador (Guayaquil 8 de junio de 1898) de clase media; a sus escasos 4 años quedó huérfano de padres. Estudió en el colegio Vicente Rocafuerte hasta el tercer curso, habiendo sido reprobado justamente en poética y retórica. Admiraba a Rubén Darío, Víctor Hugo y Paúl Verlaine- quienes por medio de sus versos le ofrecían al joven escritor y poeta viajar por París, Italia y todas aquellas latitudes de ensueño que jamás logró pisar.

Además de poeta; fue escritor, músico y compositor, es considerado el mayor representante del modernismo en el mundo hispano. y en Ecuador es parte de la denominada generación decapitada, a la que pertenecen los escritores ecuatorianos: Dolores Ventimilla de Galindo, Ernesto Novoa Caamaño, Arturo Borja, Humberto Fierro y Medardo Ángel Silva, quienes eligieron la muerte voluntaria, poetas que sufrieron de una fatal enfermedad, sensibilidad exquisita e indefinida. Hombre pensador y filósofo, fascinante en sus letras se convirtió en redactor de Diario El Telégrafo, en donde publicó una de sus primeras composiciones primaverales.

"Cuando se es aún joven y se ha sufrido tanto,
Que lloran nuestras almas vejeces prematuras
Tienen los tristes ojos húmedos de llanto
y hay en los corazones, fríos de sepultura"…
 (Cuando se es aún joven).

Posteriormente, en 1915, inicia su primer libro de poesías, denominado El Árbol del bien y del mal, poniendo en sus primeras páginas su poema 'Investidura', culmina su primer libro de poesía con la selección 'Trompetas de Oro' (1918 _1919), en donde resalta sus poemas: 'La Aurora', 'La Anunciación', 'Bolívar y el Tiempo'.

Los motivos de su muerte quedarán en la especulación, pero dos días después de cumplir sus 21 años, el 10 de junio de 1919, terminó con su vida.

Lee algo de este inmortal escritor ecuatoriano:

Aniversario

Hoy cumpliré veinte años. Amargura sin nombre

de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;

de razonar con lógica y proceder según

los Sanchos, profesores del sentido común.

 

Me son duros mis años y apenas si son veinte-

ahora se envejece tan prematuramente;

se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos

que repentinamente nos encontramos viejos

en frente de las sombras, de espaldas a la aurora

y solos con la esfinge siempre interrogadora.

 

   ¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña

y a flor virgen; entonces estaba el alma niña

y el canto de la boca fluía de repente

y el reír sin motivo era cosa corriente!

 

Iba a la escuela por el más largo camino

tras dejar soñoliento la sábana de lino

y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga

sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga

de pupilas azules y rubia cabellera

que velaba los sueños desde la cabecera.

 

Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela

acababa y estábamos enfrente de la escuela

con el "Mantilla" bien oculto bajo el brazo

y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,

y entonces era el ver la calle más bonita,

más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.

 

Y después, en el aula con qué mirada inquieta

se observaban las huellas rojas de la palmeta

sonriendo , no sin cierto medroso escalofrío,

de la calva del dómine y su ceño sombrío.

 

   Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?

Hay tanto que observar en los negros rincones

y, además, es mejor contemplar los gorriones

en los nidos, seguir el áureo derrotero

de un rayito de sol o el girar bullanguero

de un insecto vestido de seda rubia o una

mosca de vellos de oro y alas de color de luna.

 

El sol es el amigo más bueno de la infancia;

nos miente tantas cosas bellas a la distancia,

tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte

tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;

y por él no atendíamos a las explicaciones.

 

 Ese brujo Aladino evocaba visiones

de las mil y una noches -de las mil maravillas-

y beodas de sueño nuestras almas sencillas

sin pensar, extendían sus manos suplicantes

como quien busca a tientas puñados de brillantes.

 

   Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa

y de la cabellera rebelde que rehúsa

la armonía de aquellos peinados maternales,

cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa

dominical, y pese a los serios rituales,

al ver al monaguillo soltábamos la risa.

 

Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,

los besos inocentes que se dan a hurtadillas

a la bebé amorosa de diez o doce años,

y los sedeños roces de los rizos castaños

y las rimas primeras y las cartas primeras

que motivan insomnios y producen ojeras.

 

 ¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,

¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,

¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,

de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!

 

Hoy no es la adolescente mirada y risa franca

sino el cansado gesto de precoz amargura,

y está el alma, que fuera una paloma blanca,

triste de tantos sueños y de tanta lectura...!

 

En la Biblioteca Pablo Palacio podrás encontrar más obras de este autor, tales como; Obra poética, Trompetas de oro y poesías escogidas.



 

Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in , | agosto 20, 2021

Escritor ecuatoriano (Guayaquil. 3 de septiembre de 1903 - 27 de febrero de 1941). Doctor en Jurisprudencia y profesor universitario. De tendencia socialista, creó una universidad popular en su ciudad natal y ocupó altos cargos en la Administración del país. También perteneció al grupo de Guayaquil, cuyo lema era "la realidad y nada más que la realidad". Su evolución literaria pasó de la novela rosa a la social, testimonial, aunque en sus argumentos siempre hay un lugar para los mitos y leyendas. En su última época mostró un gran interés por los análisis científicos en el campo de la etnografía.
Es uno de los más altos exponentes del Realismo Mágico (movimiento literario caracterizado por la inclusión de elementos fantásticos en la narración). Su primera obra la publicó en 1931, Repisas (narraciones breves), siguió Horno (cuentos, 1932), obra muy lírica sobre la situación de los montubios, los campesinos de la costa. En su novela Los Sangurimas (novela montubia ecuatoriana -1934) vuelve a tocar la misma situación en una historia de venganzas en las llanuras salvajes de Ecuador y está considerada su mejor obra. El montubio ecuatoriano (ensayo de presentación), publicado en 1938, desarrolla otra vez el tema, desde un punto de vista sociológico. Además publicó otras colecciones de cuentos Guasintón: relatos y crónicas (1938) y Los monos enloquecidos (1951 – obra inconclusa), y ensayos, entre ellos Doce siluetas (1934).

Lee algo de este inmortal escritor ecuatoriano:

La Caracola (fragmento)

"Como es de buena técnica comenzar presentando a los personajes, antes que nada describiré a la muchacha que se llamaba Perpetua o algo por el estilo. Para mis paisanos, con decir que era guayaquileña ya la he descrito brillantemente; pero, como quiero creer que me leerán incluso extranjeros, debo añadir que, además, era morena. Con esto sí me parece que es bastante.

El general José de San Martín creía lo mismo que yo; y así se lo expresaba a su amante guayaquileña, la ´Protectora´. Samuel Morales era dueño de una canoa vivandera, en la cual navegaba, en plan de comercio, por los ríos montuvios. Se le conocía venir, desde lejos, por el prolongado grito de su caracola, que sonaba como un cuerno de caza.

Las patronas ricas se agitaban en sus cocinas:

-Hay que renovar la provisión.

-Ahá.

-Harinas. Sobre todo, harinas. Y víveres serranos. Llámenlo.

-¿Para qué? Ya apegará. Siempre lo hace. En efecto. Jamás Samuel Morales dejaba siquiera de acercarse a alguna casa, por humilde que fuese.

Aquí decía:

-¿No se les ofrece nada?

-Nada, mismo.

El vendedor ambulante recitaba de corrido la retahila de sus artículos.

-Nada, don Morales; no queremos nada. Samuel Morales meditaba un momento. Luego, decía a la compradora remolona:

-Si necesita, lleve no más lo que sea, patrona. No importa que no tenga platita. Me pagará otra vez cuando mismo pueda...

Le compraban.

El conocía a su gente miserable, a su gente ´que no tenía platita´.

Por supuesto que cobraba después, casi siempre. No sabía leer. Contaba, apenas. Pero tenia una memoria maravillosa:

-¿Se acuerda, doña Angelita? El día del aguacero grande del mes pasado, le dejé...

Y seguía una lista de menudencias, con precios en centavos y medios centavos. Mas, no exigía. Cuando advertía que era menester, daba más crédito, todavía:

-Lleve, no más. Me pagará cuando venda el arroz. No se preocupe. Referíase a que, en ocasiones, hasta ayudaba a sus clientes con pequeños préstamos y, en toda forma que le era factible.

Cierta vez, la viuda Moreno, que le debía diez sucres, lo llamó:

-¿Podría dejarme, don Samuel, cuatro velitas?

-¿Y comida? ¿No quiere comida?

-No; sólo las velitas.

-¿Y para qué, ah? ¿Para qué?

La viuda se echó a llorar. Morales subió a la casa. En media sala, en el piso de tablas, estaba tendido un cadáver infantil.

La viuda explicaba absurdamente:

-Se me murió, ¿Sabe? ¡era mi hijo y se me murió! Y necesito cuatro velitas. ¡Le pagaré lo más breve!

Samuel Morales bajó hasta su canoa. Volvió luego con un paquete de cirios y unas varas de tela blanca.

-Aquí están las velas, señora. No le cuestan nada, mismo. Y este rúan... P el ataucito, ¿sabe?

Así era Samuel Morales, comerciante montuvio.

Sólo en las novelas el amor principia desde un límite fijo y determinado. En la vida real, la cuestión sucede de manera distinta. Va naciendo sin saberse cómo. Se va formando -eso es- como las nubes tupidas en el cielo claro; empieza claro; empieza por ser apenas una mancha turbia contra el azul hasta preñarse de negrura y de amenaza.

Nadie podría decir, y mucho menos ellos mismos, pues jamás supieron exactamente si se amaban; nadie podría decir, ni siquiera las bravias comadres de la orilla, cómo se iniciaron los amores de Samuel Morales y la muchacha guayaquileña.

Ella pasaba vacaciones en la hacienda de unos parientes -´El Tesoro´- en las riberas del Vinces.

El frecuentaba aquellas zonas con su canoa vivandera, anunciando su ambulante comercio con el canto de la caracola.

Desde Vuelta Perdida -una curva inútil del río-, Samuel Morales sonaba su caracola. Se detenía en el muelle de la hacienda, y negociaba con las gentes de ´El Tesoro´. Luego se alejaba a remo lento. En la Vuelta de los Tamarindos, hacia el norte, antes de perderse detrás de los árboles solemnes, sonaba otra vez la caracola.

Ella, asomada en la gran galería de la casa, lo miraba. Volvía él luego por la noche, hacia el sur, para rehacer su camino en la mañana. Y esto ocurría cada día.

En propiedad, aquí cabria concluir la historia de estos vagos amores, en los que no acaeció nada de extraordinario. Más, como también es de buena técnica anular incidentes en la narración antes de arribar al desenlace, procuraré recordar alguno y relatarlo.

Cierta ocasión ella se sentiría un poco niña. Lo era, después de todo, con sus diecisiete años alocados, sus trajes de organdí y su melena en alboroto. Quizó comer caramelos de color, y bajó hasta la rambla a comprarlos de la canoa vivandera.

Samuel Morales sintió algo muy extraño en su cuerpo y en su espíritu, al contemplarla tan cerca de él. Habría querido no recibir la moneda que le extendía; pero, no juzgó prudente hacerlo. Se desquitó entregándole más caramelos de la cuenta: del doble, el triple del valor de la compra. Luego, de improviso, le inquirió:

-Usted, señorita, ¿sabe nadar?

Ella contestó que sí, que sí sabía nadar y agregó:

-¿Por qué me lo pregunta?

El apenas supo responder:

-Por nada; vea; por nada.

-Ah...

Pero, Samuel Morales mentía. Era que ahora sentía su corazón heroico, vibrante en un hazañoso impulso irrefrenable. Le hubiera gustado, por ejemplo, que ella no supiese nadar y resbalara al rio... El la habría salvado entre los brazos fornidos, oprimiéndola contra su ancho pecho de remero. Usted regresa de noche, señor, para volver de mañana, ¿no?

-Así es.

-¿Y por qué no suena la caracola?

Nada impidió que él le dijera entonces:

-La sonaré... despacito... para que usted me oiga, no más.

Ella sonrió levemente.

A Samuel Morales le pareció en ese momento que su canoa no se balanceaba en las sucias ondas del Vinces, sino en verdosas aguas de Kananga, su olor favorito.

Desde aquella ocasión, cada noche sonaba su caracola en la Vuelta de los Tamarindos y en la Vuelta Perdida, al rehacer el camino. Ella, desde su cama, bajo el toldo que la defendía de los mosquitos y de los primos resbaladizos, lo escuchaba y, medio dormida, sonreía. Así transcurrieron los meses hasta que la muchacha porteña que se llamaba Perpetua o algo por el estilo, dejó la hacienda para reintegrarse a su colegio de Guayaquil.

Por supuesto, en el río Vinces ha seguido sonando la caracola de Samuel Morales.

Pero ahora su canto es triste, como el de las valdivias, que anuncian la muerte bajo la noche medrosa.

La muchacha no volvió jamás a ´El Tesoro´. Seguramente se habrá casado y tendrá un rondador de chiquitines. Pero hasta mucho tiempo después de su estada en la hacienda, hasta cinco años después, para ser preciso, cada vez que se sentía tomada de melancolía, imitaba con su voz virginal, el canto de la caracola navegante.

Era curioso constatar que ello le traía una plácida consolación. Esta fue la historia de amor que no quisieron entenderme mis paisanos de Pueblo Viejo, minúscula aldea pérdida en el agro montubio. "

En la Biblioteca Pablo Palacio podrás encontrar más obras de este autor, tales como; Obras completas, El montubio ecuatoriano, Los Sangurimas y los cuentos Guásinton, Banda de pueblo, Chumbote, La tigra, Doce relatos, Los monos enloquecidos.

Posted by BIBLIOTECA PABLO PALACIO in , | agosto 16, 2021




Sueño de lobos - Abdón Ubidia

Sueño de lobos es una cartografía del desencanto, la historia de un hombre (de una ciudad, de un país, de un mundo) cualquiera, que, desorientado y confuso, vaga por la urbanidad. Los proyectos revolucionarios de los sesenta, guardados hoy en día entre bolitas de alcanfor, empapan la novela de los idearios y esperanzas de aquélla época. Ganadora del Premio Nacional de Literatura de Ecuador y declarada mejor libro de 1986, Sueño de lobos ha alcanzado ya numerosas ediciones y traducciones.

Solicítalo en la Biblioteca  EC863 / U15s

 


La lejanía del tesoro - Paco Ignacio Taibo

Una extraordinaria novela sobre la guerra contra el imperio de Maximiliano. No sabía el presidente trashumante de México, Benito Juárez, ni su compañero de fuga y fino cronista Guillermo Prieto, los líos que habría de desencadenar aquel ataque de los traidores en un pueblo perdido de Durango, mientras huían de imperiales y franceses. No sabía el guerrillero y poeta Vicente Riva Palacio (además de fiero, importador del saxofón) la cacería que contra él había de desatarse por haber salido de Puebla una noche al mando de las caballerías. No sabía el general Escobedo que cruzaría países como si fueran charcos... Nadie sabía, pero todos hablaban del tesoro.

Solicítalo en la Biblioteca  M863 / T129l

 


Cuentos de la risa del horror – Virgilio Piñera

Lo absurdo, lo irónico, lo terrorífico, lo inimaginable, lo temible... todas estas condiciones reúne el libro de cuentos del narrador Virgilio Piñera, recientemente editado. Fallecido hace 15 años, este cubano hizo carrera en el manejo del humor negro, en el género del cuento.

Solicítalo en la Biblioteca  CU863 / P615c

 


Misericordia - Benito Pérez Galdós

Misericordia es una de las novelas espiritualistas de Benito Pérez Galdós. Estas novelas, influidas por el realismo ruso, se centran en el mundo interior de sus personajes y en valores como la caridad, encarnados en individuos de enorme grandeza moral pese a su condición humilde.

Solicítalo en la Biblioteca  863 / P444m

 


El péndulo de Foucault - Umberto Eco

Una novela mágica sobre la magia, una novela misteriosa sobre el secreto y sobre la creatividad de la ficción, una novela agitada, una novela luminosa sobre un mundo subterráneo. Umberto Eco cambió nuestra mirada sobre los libros: imprescindibles, pequeños, frágiles, a veces criminales, casi siempre salvadores.

Solicítalo en la Biblioteca  853 / E192p



Aventuras de un cadáver – Robert L. Stevenson

Las tribulaciones de unos competidores a la caza de una herencia constituyen la base de esta apasionante novela donde la rápida sucesión de acontecimientos, acompañada de un exquisito humor, mantendrá al lector en vilo. Stevenson nos sorprende una vez más con su maestría para narrar la aventura. Su escritura borra los límites entre la realidad y la fantasía para confundir las imágenes con sus sombras: todo es posible en el terreno del azar.

Link de Descarga: 

https://freeditorial.com/es/books/aventuras-de-un-cadaver



Divertinventos: libro de fantasías y utopías -  Ubidia, Abdón

 El volumen recoge once relatos fantásticos. Fábricas de verdades, espejos que retienen imágenes, mujeres que rejuvenecen, orquestas que tocan músicas silenciosas, relojes que miden otra dimensión del tiempo, libros comestibles, son algunos de sus temas

Solicítalo en la Biblioteca  EC863 / U15d / Ej.1


Las sirenas de Bagdad – Yasmina Khadra

En medio del animado bullicio de Beirut, un joven estudiante iraquí aguarda el momento para saldar sus cuentas con el mundo. Recuerda cómo la ocupación norteamericana le obligó a dejar sus estudios en Bagdad y regresar a su pueblo, Kafr Karam, un apacible lugar al que sólo las discusiones de café perturbaban el tedio cotidiano hasta que la guerra lo invadió todo. A partir de ahí, la muerte, la humillación, la sed de venganza, una Bagdad sumida en la ruina, la corrupción, la inseguridad... Atormentado, es una presa fácil de las tramas integristas.

Solicítalo en la Biblioteca  A892.73 / K451s / Ej.1


La perla y otros cuentos – Mishima, Yukio

Novelista, ensayista, dramaturgo, Yukio Mishima exploró también con fortuna el género del relato. El presente volumen reúne una excelente selección, que es a la vez un muestrario representativo de las principales inquietudes del autor. La radical dificultad de las relaciones humanas, la obsesión por la muerte, la ambigüedad sexual, la espiritualidad y la distorsión general propia de un país sumamente tradicional zarandeado por su adaptación al vertiginoso siglo xx son los principales referentes que podemos hallar en las diez narraciones que integran La perla y otros cuentos.

Solicítalo en la Biblioteca  895.63 / M678pe / Ej.1



Escucha mi voz - Susanna Tamaro

Marta, la joven rebelde de Donde el corazón te lleve, regresa a la casa de Trieste donde creció junto a su abuela. Un día, desorientada y sola, sube al desván, donde encuentra las huellas de las dos personas más importantes de su vida: su padre y su madre. Entre baúles, cartas y cuadernos amarillentos recompone las piezas de un mosaico generacional y emprende un viaje hacia los orígenes de su fragilidad.

Durante su búsqueda, Marta rescatará la historia de sus seres queridos, pero también descubrirá las raíces más profundas de su inquietud. Conseguirá entonces reconciliarse con los secretos y los fantasmas que la acechan desde el pasado, y, por encima de todo, logrará encontrarse a sí misma, en un despertar a la esperanza.

Solicítalo en la Biblioteca  853 / T153e

                                                    


Amordazada - Sophie Girard

Tres mejores amigas que se enamoran por primera vez. Tres experiencias totalmente diferentes, a través de las cuales las jóvenes descubren que el amor puede darles alas, pero también cortárselas.

Entre amigas todo puede hablarse. Eso pensaba Matilde antes de conocer a Simón, un muchacho con quien las cosas iban muy bien pero que, con el tiempo, comenzó a ejercer un profundo control sobre ella. El romance se convierte en un juego de poder y la única salida para ella, parece ser el silencio.

Solicítalo en la Biblioteca  C813 / G517mz


Lo inextinguible - Jakk Cabrera Plaza

Lo inextinguible es el amor, el recuerdo, la pérdida. Trata de un hombre con desajustes mentales que rememora un conflicto de juventud con dos mujeres; eso le va contando a su hermano muerto, sombra obsesiva en el relato. El drama empuja hacia un final sospechado, pero no por eso menos perturbador. En cuanto a la escritura su mayor valor está en el fraseo inesperado, sentencioso, poético, cargado de imágenes oscuras e impactantes.

Solicítalo en la Biblioteca  EC863 / C117nx


El mar que nos trajo - Griselda Gambaro

Un hombre recién casado viaja desde una Italia en guerra hacia América, junto a tantos otros inmigrantes, en busca de un horizonte mejor. Buenos Aires es promesa de trabajo y de futuro. A comienzos del siglo XX, las historias circulan, y tienen como protagonistas a los más desafortunados: pobres, migrantes, marginados. Todos ellos se reúnen en el escenario de Buenos Aires, a donde llegan las nuevas ideas políticas, como el anarquismo, las tradiciones cotidianas y las tragedias familiares.

Solicítalo en la Biblioteca  A863 / G188ma


Gracias por el fuego - Mario Benedetti

Publicada en nueve idiomas, prohibida tras el golpe de 1973 en Uruguay y más tarde en la Argentina, esta novela de Mario Benedetti narra el conflicto de una generación que quiso acabar con la corrupción y el conformismo.

Esta obra trabaja sobre la reflexión de la profunda crisis de un país que se debate entre ser y parecer; ser un foco de corrupción encarnado en la figura del empresario de prensa, magnate y político Edmundo Budiño y querer parecer la Suiza americana.

Gracias por el fuego es una historia de ignominia y de muerte, a la vez que la crónica de una impotencia colectiva: el inventario de una crisis moral y la valentía para denunciarla.

Solicítalo en la Biblioteca  U863 / B469gf